viernes, 3 de diciembre de 2010

DECALOGO BOLIVIANO

Víctor Codina sj

0-No voy a hacer una análisis económico, social y político sobre la situación del país (capitalidad de Sucre, inflación, resultados del referéndum, nacionalizaciones, polarización…), por más que sea necesario hacer este análisis. Tampoco voy a emitir juicios éticos sobre la coyuntura sino que voy a limitarme a dar algunos principios teológico-espirituales que ayuden al discernimiento que como Iglesia todos hemos de hacer, no sólo la jerarquía. Cada cual ha de hacer un discernimiento de forma personal, aunque también es conveniente hacerlo comunitariamente. Como dice GS también como cristianos hemos de respetar la legítima pluralidad de opiniones discrepantes en cuestiones temporales (GS 75), tanto más cuando se trata de un proceso histórico complejo y en continua evolución, que divide a la sociedad y a la misma Iglesia.

1-Pasar de la fenomenología de los acontecimientos (sociológicos, políticos…) y las anécdotas diarias de los MCS a una mirada de fe ante el Misterio de Dios presente en la historia. No basta un análisis económico, social o político del proceso de cambio que vive Bolivia, es necesaria una visión evangélica sobre la realidad, una mirada profética sobre la historia, como la de profetas de Israel, como la de Jesús y como la de los profetas y profetisas de la historia de la Iglesia.

2-Hay que creer que el Espíritu del Señor resucitado es el que guía no sólo a las personas y a la Iglesia sino la historia y la conduce a la escatología, al Reino pleno, preparando el Segundo advenimiento del Señor: los signos de los tiempos son señales de esta presencia del Señor en la historia, son un kairós, un tiempo oportuno.

3- Los signos de la presencia del Espíritu son los mismos que los de la primera venida de Jesús de Nazaret: un Reino donde haya prioridad para los pobres y pequeños, solidaridad, justicia, fraternidad, salud, respeto a las personas y a la naturaleza, amor, compasión, perdón para los pecadores, fe y confianza en el Padre que nos perdona, tolerancia, reconciliación, no violencia, no pretender el poder personal sino el servir, vida plena que desemboca en la comunión trinitaria. El Primer advenimiento del Señor es el criterio conocer si lo que sucede en la historia es signo del Reino y prepara el Segundo advenimiento, la tierra nueva y el cielo nuevo. .

4- Jesús no sólo anunció el Reino sino que denunció proféticamente el pecado (de escribas, fariseos, herodianos, sacerdotes, poderosos), por esto fue conflictivo, se enfrentó a la Teocracia judía y al Imperio y acabó en la cruz; toda presencia germinal del Reino en la historia es también conflictiva, pues hay quienes quieren mantener el “sistema”, vivir según “el mundo”, mientras que el Reino de Dios busca otro mundo diferente y alternativo al “mundo”, al “sistema”. El Reino siempre pasa por la cruz, para llegar a la Pascua. No deben extrañarnos los conflictos.

5-Pero además, a diferencia de la encarnación del Hijo en Jesús de Nazaret que fue transparente y sin pecado (y pesar de ello Jesús no fue aceptado por muchos), el Espíritu no se encarna en nadie sino que mueve a grupos y personas desde dentro, pero esta acción del Espíritu se mezcla con errores y pecados de las personas y grupos. La historia del pasado y del presente nos lo enseña, el Espíritu se hace presente ordinariamente en medio de ambigüedades y opacidades.

6-De ahí la necesidad que tiene la comunidad eclesial de discernir continuamente los acontecimientos y procesos históricos (no sólo los procesos personales o eclesiales) para saber:
1º si su dinamismo, a pesar de errores y ambigüedades, se orienta hacia el Reino (a la vida de las mayorías empobrecidas, a la justicia), si produce los frutos del Reino, o si se orienta a fortalecer el “sistema”, el “mundo”, los privilegios de las minorías excluyentes, es Anti-Reino. 2º además, como el fin no justifica los medios, hemos de examinar si los medios para realizar su objetivo son correctos desde el punto de vista humano, técnico, económico (¿son aptos, adecuados, prudentes, consiguen mejorar la vida del pueblo…?) y desde el punto de vista evangélico (¿se respetan los derechos humanos, la libertad, son violentos, son corruptos, abusivos?..).

En resumen hay que discernir si un proceso, concretamente este proceso de cambio que vive Bolivia, en su orientación y en su realización, está en la dirección correcta a pesar de sus muchos errores, o si es algo, que a pesar de algunos aciertos, no está en la dirección correcta; expresándolo con parábolas evangélicas preguntarnos si es trigo mezclado con cizaña, o es un árbol malo que da frutos malos

7-Para que la Iglesia en su conjunto, tanto jerarquía como fieles, pueda hacer un discernimiento evangélico y real, tiene que tener una actitud desapasionada (ojo sano, pureza de corazón, indiferencia, sin afectos desordenados) y analizar objetivamente por si misma la situación (no fiarse de los MCS: Evo Mesías /Anticristo, Bolivia: Suiza/Cuba, guerra civil…). Además para poder tener una mirada profética sobre la realidad tiene que tener una sintonía evangélica, una connaturalidad con Jesús y los valores evangélicos, porque no hay profecía sin mística.

8. Pero para que este discernimiento sea realmente evangélico hay que estar cerca del pueblo: la buena nueva es siempre alegría para los pobres (pastores de Belén) y cuestionamiento para los poderosos (Herodes y su corte). Hay que consultar a las CEBs, a gente de los barrios periféricos de la ciudad, a sectores populares campesinos, a mujeres cristianas del pueblo, a mineros y trabajadores… A los sencillos y pequeños han sido revelados los misterios del Reino. Dime con quien andas y te diré cómo piensas…

9-La Iglesia en su conjunto no puede permanecer neutral e indiferente ante los conflictos, ni invocar a un pacifismo ambiguo, que quiere estar bien con todos, como si los valores del Reino fuesen iguales a los del Anti-reino; mucho menos debe apoyar valores anti-evangélicos, cosa que escandaliza al pueblo pobre y sencillo. Yahvé no fue neutral en el Éxodo, ni tampoco Jesús en su tiempo. La Iglesia como comunidad y en concreto la jerarquía, ha de hacer un discernimiento evangélico y ser consecuente.

10.- En síntesis, hay que preguntarse si el actual proceso en su conjunto es abortivo, lleva a la muerte y al caos, es un retroceso en la línea del Reino, o bien es un parto doloroso que, en medio del dolor, gesta algo nuevo en la línea del Reino, de la escatología y del Segundo advenimiento del Señor, fruto del Espíritu que es Señor y dador de vida. En caso de conducir a la muerte es necesaria una postura de condena y resistencia, en caso de parto doloroso es preciso una actitud mayéutica (la de las parteras) para ayudar a que nazca una sociedad nueva.

Pero aunque un proceso histórico de momento fracase y aborte, el Espíritu sin duda volverá a suscitar en el futuro otros procesos de cambio en la línea del Reino, caminando hacia la escatología, hacia la tierra nueva y el cielo nuevo. Hemos de discernir pero no extinguir el Espíritu.

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